INGREDIENTES

PAN DE TORRIJAS
250 g de harina de fuerza
65 ml de leche
65 ml de agua
1 huevo pequeño
10 g de levadura de panadería
Un chorro de aceite de oliva virgen extra
Ralladura de limón
1 cucharada sopera de azúcar
1 cucharadita rasa de sal
TORRIJAS
1 pan de torrijas (preferiblemente del día anterior)
500 ml de leche
120 g de azúcar
Corteza de limón
1 rama de canela
2 huevos
Aceite de oliva virgen extra
Azúcar glas
Canela en polvo
HELADO DE TORRIJA
500 ml de nata para montar
3 huevos
150 g de azúcar glas
3 o 4 torrijas
Un chorrito de agua de azahar
PARA EL EMPLATADO
Fresas cocidas para jugo
Migas de perrunillas (o galletas)
Chocolate para decorar
Caramelo con miel de los Ibores para los filamentos
Semana Santa siempre ha sido sinónimo de tradición, evocación y sabores que nos transportan a momentos únicos. Pero este año no podía dejarla pasar sin rendir homenaje al postre más...

Pasos de la receta

1.Preparar el pan de torrijas: mezclar ingredientes, amasar con pliegues y reposos, dar forma, fermentar y hornear con vapor.
2.Elaborar las torrijas: hervir leche con canela y limón, infusionar rebanadas de pan, freír y espolvorear con azúcar glas y canela.
3.Hacer el helado: triturar las torrijas, mezclar con yemas, azúcar y agua de azahar, montar nata y claras, unir todo y congelar.
4.Emplatar: trazar cruz con jugo de fresa, poner migas, helado, lámina de chocolate y decorar con filamentos de miel.

Semana Santa siempre ha sido sinónimo de tradición, evocación y sabores que nos transportan a momentos únicos. Pero este año no podía dejarla pasar sin rendir homenaje al postre más querido y versionado de nuestra cultura: la torrija. Eso sí, desde MOSgourmet decidí elevarla, reinterpretarla, darle un giro inesperado y transformarla en algo que, simplemente, os hará cerrar los ojos con cada bocado: helado de torrijas.

Este helado no es un postre cualquiera. Es el resultado de unir la tradición más castiza con la creatividad más golosa. El pan no se compra, se hace en casa desde cero. Una receta de masa suave, aromática, pensada para empapar bien y absorber toda esa leche infusionada con canela y limón. Las torrijas, por supuesto, se fríen como manda la tradición: doradas, jugosas y bien empapadas en cariño y recuerdos de infancia.

Una vez frías, las trituramos con mimo y se integran en una mezcla de nata montada, yemas, claras al punto de nieve y un chorrito de agua de azahar, que le da ese perfume tan nuestro a primavera, a pasos por la calle, a flores de azahar en los patios. Congelamos y cuidamos de ese helado como si fuera oro, rompiendo cristales cada hora para lograr una textura suave, sin hielo, cremosa.

Pero como en este blog nos gusta ir siempre un paso más allá, no nos quedamos solo con un helado. Para presentarlo, trazamos en el plato una cruz roja hecha con jugo de fresas naturales cocidas, que no solo aporta contraste visual sino una acidez deliciosa. Encima, unas migas de perrunillas extremeñas, una fina lámina de chocolate crujiente y como broche de oro, filamentos de caramelo con miel de los Ibores, que además de belleza dan ese toque crujiente y elegante.

Es un postre de Semana Santa reinventado, que puedes servir en cualquier momento del año. Porque no hay estación para recordar nuestras raíces, ni fecha para sorprender a los tuyos con algo que, además de delicioso, está hecho con alma.

Y tú, ¿te animas a probar el helado de torrijas? Si lo haces, cuéntamelo. Me encantará saber cómo te ha quedado o cómo le has dado tu propio toque.

ELABORACIÓN Y FOTOGRAFÍA | © Jorge Sánchez Mosquete

*TRUCO: Para que nos quede bien cremoso deberéis sacarlo cada hora (por lo menos 3 veces) para «romper» los cristales del hielo que se forman mientras se congela.

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