Ingredientes (para 2 personas)

200 g de garbanzos
2 zanahorias
1 puerro grande
1 patata
1 diente de ajo
Perejil fresco
1 punta de jamón
Huesos de vaca (de rodilla)
1 muslo de pollo
Tocino
1 morcilla
1 chorizo
Sal y aceite de oliva virgen extra
HUMMUS
Salsa tahini (puedes hacerla con 3 cucharadas de sésamo tostado, 2 de aceite y una pizca de sal)
½ diente de ajo
Comino molido
Zumo de medio limón pequeño
Pimentón de la Vera
Perejil
AOVE, sal y pimienta
CRUJIENTE DE CARNE
½ cebolla
100 g de calabaza
1 cucharadita de jengibre fresco rallado
2 hojas de masa brick
Un cocido de toda la vida… con alma viajera Hay recetas que huelen a hogar, que nos abrazan en invierno y nos recuerdan que en lo sencillo se esconde la...

Pasos de la receta

1.Poner los garbanzos en remojo con sal gorda el día anterior.
2.Cocer el cocido tradicional con garbanzos, huesos, verduras, pollo, etc. durante 4 horas a fuego lento. Cocer aparte la morcilla y el chorizo.
3.Preparar el hummus con garbanzos cocidos, tahini, ajo, limón, comino y caldo del cocido. Triturar.
4.Rehogar carne desmenuzada del cocido con cebolla, calabaza y jengibre. Dejar enfriar, envolver en masa brick y freír.
5.Emplatar con garbanzos, hummus, el crujiente y un toque final de aceite, pimentón y cebollino.

Un cocido de toda la vida… con alma viajera

Hay recetas que huelen a hogar, que nos abrazan en invierno y nos recuerdan que en lo sencillo se esconde la verdadera sofisticación. Hoy quiero traeros una de esas preparaciones eternas: el cocido tradicional. Pero no uno cualquiera, sino uno que se reinventa, que se lanza a cruzar fronteras sin perder su esencia. Porque ¿y si os dijera que de un humilde puchero pueden nacer platos con un toque exótico, gourmet y sorprendente?

Comienza como toda buena historia culinaria: la noche anterior, dejamos los garbanzos en remojo con un poco de sal gorda, sabiendo que al día siguiente nos espera una jornada de aromas intensos y chup-chup constante. El cocido se cuece a fuego lento, con huesos nobles, verduras de temporada, pollo, un buen trozo de jamón, morcilla y chorizo (estos últimos los coceremos aparte para controlar la grasa del caldo).

Tras cuatro horas, el milagro sucede. El caldo está hecho, la cocina huele a infancia y es hora de transformar este clásico en algo totalmente nuevo. La magia empieza con los garbanzos, que nos prestan su alma para convertirse en un hummus cremoso, delicado, especiado con comino y limón, y ligado con tahini casero. Sí, puedes comprarlo, pero si tienes sésamo tostado, aceite y sal, te aseguro que vale la pena hacerlo tú mismo.

Y el verdadero toque crujiente llega al final. Desmenuzamos la carne del cocido, con algo de chorizo y morcilla, la rehogamos con cebolla dulce, calabaza y jengibre. Cuando la mezcla enfría, la envolvemos en una delicada masa brick, la freímos hasta que suene a gloria… y tenemos nuestro bocado dorado.

A la hora de emplatar, cada elemento habla por sí solo: una base de hummus suave, el crujiente de carne coronando la escena, unos garbanzos salteados y calabaza como guarnición, cebollino fresco, y un hilo de aceite con pimentón picante que lo ata todo. Un tomate cherry y un poco de jamón ibérico pueden servir de broche final para convertir este plato en un auténtico espectáculo.

Lo que era un cocido tradicional se ha transformado en una experiencia completa: hay textura, hay contraste, hay tradición y creatividad. Porque al final, la cocina es eso: memoria que viaja, sabores que evolucionan, y platos que se reinventan sin perder su alma.

ELABORACIÓN Y FOTOGRAFÍA | © Jorge Sánchez Mosquete

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